Fue la espina comienzo de tu ombligo, y fue tu ombligo la tormenta. Nació celeste fruto del eje de tu cuerpo, y vibrando escamas tallo, se alzó columna y firmamento. Recuerdo bien que los hombres se perdieron; que techos y hogueras se perdieron; y que la Tierra deliraba en mis tobillos.
Ahora está La Flor donde antes era incendio, —es de hueso su retoño y fósil tallo. Ahora está La Flor erizándome los muslos y me siento de pronto en el abismo, me encuentro en las alturas de la torre e insisto en golpearme con un Rayo.
Recuerdo bien el Centro y lo he olvidado, recuerdo que alrededor otras corolas evocaban rituales en su Centro, y que mi Flor, con sus diez mil divinos pétalos, con sus triángulos y su Revelación, apenas dejaba rastro alguno en el Universo. Y tuve miedo. Tuve miedo y busqué a los hombres en mis tobillos, tuve miedo y busqué al Cielo encima del cielo.
Llovía entonces, bien lo recuerdo.